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jueves, septiembre 30, 2004

Oh shit!

Nunca en mi vida creo haberme sentido tan paria como ahora. De pendejo nunca tuve problemas con mi vida social. En Atacama tenía amigos de la cuadra, pandillas de bicicleta, patrullas de mini ufólogos scout. A los 9 años incluso "pololié" con la chica popular del barrio, hija de un futbolista de Cobresal, quizás por eso llegué a ser presidente de un club, y como tal le escribí una carta a Marcelo de Cachureos. Nunca nos respondió.
Cuando cumplí diez años mis papás se vinieron a Santiago. Hice un amigo y caí enamorado de una chica alfa todo en el primer día de clases. Ya no tenía amigos en la cuadra y no me dejaban salir a andar en bicicleta, Santiago según mi madre estaba lleno de cogoteros, marihuaneros y autos atropelladores, mi perro se tuvo que quedar en el norte por su propio bien.
Aún así, iba a muchas fiestas, jugué a la botella, edité mi propia revista escolar, era el mejor alumno del curso, mi autoestima se mantuvo firme.
A los 16 sufrí un golpe fuerte, mi papá quedó sin trabajo y tuve que cambiar mi colegio particular por un liceo. Recuerdo que les tenía miedo a mis nuevos compañeros, la mayoría expulsados o repitentes de otros colegios de Las Condes. En mi curso habían madres solteras, supuestos narcotraficantes, punkies, raperos y una niña muy producida con el jumper muy corto que se llamaba Carla Ochoa.
Esos primeros recreos recuerdo me los pasaba sentado en las gradas de la cancha escuchando mi walkman, mirando a las palomas, empecé a caminar muchísimo cada vez que salía de clases, me compré "Definetly maybe" de Oasis. Seguía toda la programación de la radio Rock & Pop.

Pero no tenía con quien hablar, extrañaba a mis amigos, que justo entonces empezaron a volverse loquitos por las niñas. Yo los acompañaba a las fiestas de colegio, la de las Teresianas, la del Verbo, la del San Pedro Nolasco, la del San Juan. Me aburría todo el rato mientras ellos parecían estar viviendo el mejor momento de sus vidas porque tal o cual chica les dejaba bailar con ella una canción de Amistades peligrosas. Yo era gay, pero todavía no lo tenía claro, y culpaba a mis padres, pensaba que por culpa de ellos me había perdido una clase, la clase en la que le enseñaron a todos mis amigos cómo ser felices con una mujer al lado, cómo dar con su lugar en el mundo de la mano de una lolita de pelo largo y voz aguda.

Tuve suerte, logré que me cambiaran en mayo al curso de los mateos del liceo. Éstos resultaron ser de lo más entretenidos y estimulantes, me relajé con las notas y me preocupé de ser más amigo, igual leía todo el rato y empecé a ir mucho al cine, finalmente cuando me gradué de cuarto medio me dieron una medalla al mejor alumno de filosofía y (lo que me hizo más feliz) recibí más vítores del público que la mismísima Carlita. Era simpático e inteligente.

Luego fue Bachillerato, y por fin Periodismo. Los kindred spirits abundaban, diariamente hacía amigos fascinantes, las puertas estaban siempre entreabiertas, y se me ocurrió que la vida iba a ser siempre así. Saltando de una conversación a otra más interesante. Todo estaba tan ordenado, todos sentados de acuerdo a nuestros intereses y capacidades, el Anfitrión sea quien fuese, hacía un excelente trabajo. Y sólo por ser gay tenía a mi disposición un bouffet alucinante, all you can eat. En una salita al costado, con excelente música e invitados sorpresa.

Que fue lo que pasó? La cesantía, y la sucesión de pegas, hasta ésta en que estoy ahora, que suena muy entretenida, pero tiene su lado tóxico.

No tengo amigos aquí, quisiera pensar que estan celosos de mi inglés y de que sea periodista PUC, pero a la vez temo que me vean sólo como un perdedor flacuchento y hediondo que no fuma y no echa tallas, que tiene una tos horrible, que se viste mal y que en algún momento podría venir con una UZI a matarlos a todos.

No, no le estoy poniendo. Soy un paria, nadie me hace caso aquí, si les pido que hagan algo (como trabajar) se emputecen, si llego donde están animados hablando se callan, si digo un chiste nadie se ríe.

Tal vez sí le estoy poniendo, pero el caso es que no me agradan, no me parecen interesantes, me agotan sus conversaciones ignorantes al punto que ni me molesto ya en discutir. Prefiero quedarme sentado leyendo. Siento que ellos vienen de mundos chiquitos y cuando los escucho me da claustrofobia.

Pienso que cuando me pregunten por qué no fui anoche a la fiesta que organizaron les diré que es porque soy Testigo de Jehová o algo así. Pero nadie siquiera me lo pregunta.

Me quedo sentado hasta que llega un delegado del asia pacífico y me convierto en la sonrisa más amistosa y solícita de todo Chile. Me aman, los atiendo hipercortés, se van todos con una sonrisa. Y soy sincero. Me molesta cuando se ríen de sus olores o sus apellidos. Los saludo en su idioma, si puedo, les hago preguntas. Y me invitan a conocer Xian, Mindanao o Wellington. Siento que mi chilenidad se está evaporando, y no opongo resistencia. Las Ramonas de este país me están convirtiendo en un apátrida.

Un par de apécdotas y me voy a dormir:

Puse en el salón un disco de Faye Wong, una cantante taiwanesa muy famosa que bajé de internet. Justo entonces llegó la delegación de Taipei y empezaron a decir " Oh, Chinese music, chinese music". Estaban felices. Lo gracioso es que una de ellos era algo así como la presidenta del comité por los derechos de propiedad intelectual taiwaneses. Le comenté que era demasiado irónico esto, ya que a la Faye Wong la había bajado hace años por Napster. Pero ella me dijo que en este caso, sólo en este caso, el pirateo le parecía fair.

A Ramona por supuesto le pareció mal. Dijo que esa música "ya la escuchan en su país, mejor pongamos algo nuestro". Y puso un CD de sau sau supuestamente pascuense. Después ella quiso poner a los huasos quincheros y ahí si que ya le dijeron nones.

Esa fue la anécdota simpática.

La otra es media asquerosa, pero su valor metafórico es innegable.

Salí a leer a Orwell ("Down and out in Paris and London", que está increíble), lo leía en voz alta caminando, imitando el acento inglés. Luego volví y nos pusimos a armar maletines. Alguien comentó que algo olía mal. Yo que estoy constipado no olía nada. Nos empezamos a revisar los zapatos y descubrí que mientras caminaba leyendo había pisado encima de un mojón. Así que me fui a lavar los zapatos, estuve una media hora en en un baño de servicio. Al final, secreto de la naturaleza, para sacarles el mal olor les restregué la suela con hojas de higuera. Y por si acaso me rocié perfume (Polo Blue) en todo el cuerpo. Cuando volví me crucé con una empleada que acababa de ir a limpiar la alfombra. Aún así, el sitio quedó apestoso. Fue una suerte que nadie más llegó a acreditarse esa tarde, el único que olía bien era yo y, aún así, nadie se me acercó a conversarme.

Pero está bien, ser un paria es instructivo. Apesta, apesto, pero aprendo cosas.
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martes, septiembre 28, 2004

Liaisons dangereuses

El domingo tuve día libre, dormí harto, comí harto y en la tarde fui al Hoyts San Agustín a ver Fahrenheit 911...... (Damn!)
Y pensar que Bush viene a Chile en noviembre, y según los rumores, Michael Moore también. Y yo ahí mismito entregando maletines.

Después del documental me fui a José Miguel de la Barra (ya es hora de ponerle un nombre más corto al nuevo barrio gay de Santiago, no?), fui con la idea de encontrar amiguis y tuve suerte. Apareció Iván, el musculoso amigo DJ de la Mila, que estaba esperando para hacer un trabajo a un compañero de curso que nunca llegó y justo me reconoció. Al rato nos encontramos con un grupo de amigos suyos y ocupamos una mesa en el Tomodashi (le dije al dueño del café que el nombre estaba mal escrito y me confesó que el otro día una señora nipona había entrado a decirle eso mismo. Un poco tarde, claro).
Éramos un profesor de yoga dominicano, un sicólogo ex carabinero, un ingeniero civil industrial viñamarino, Iván que estudia periodismo y yo. Hablamos de todo, pero lejos lo mejor fueron las historias de Matías el ingeniero, muy precoz él. A los 18 años viajaba con sus papás por todo EEUU, les decía que iba al cine y en cambio se iba a los saunas con direcciones sacadas de internet. Nos contó de sus aventuras en New York, Key West, Fort Lauderdale y New Orleans. A cuál más tórrida. Tiene mi misma edad y ahora es gerente de adquisiciones de una multinacional. Lamentablemente para mí, ya se adquirió un pololo.

Así que recuperé mis energías, y el lunes volví feliz al trabajo. Es asombroso lo rápido que uno se acostumbra a las rutinas. Y en verdad me gusta trabajar, me fascina tratar con extranjeros. El único inconveniente son las personalidades de ciertas compañeras de trabajo. Claro, cuando se tiene un idioma en común, se pierde la buena voluntad para superar los conflictos. Esa es al menos mi experiencia. Y a mi los conflictos la verdad que no me gustan. Sorry Rockstar, pensé en cagarme a la Ramona, pero luego no.

Para eso existe la justicia divina. Y el lunes tuvo justo eso. Resulta que Ramona atendió a la delegación de México, encabezada por una economista preciosa parecida a Thalía y un grupo de unos 3 señores guatones que parecían Control Machete. La mexicana alborotó a gran parte de nuestro equipo y luego alguien descubrió que se le había quedado la cartera y ahí todos peleando por quién se la iba a ir a dejar al hotel.
Pero claro, el procedimiento indica que cualquier bolso abandonado puede ser una bomba y que hay que llamar a carabineros. Al final nuestra jefa se avivó y se fue con la cartera, no volvió hasta la tarde.

El problema fue que una hora después que la mexicana se fue llegó la liaison de México con una larga lista de identificaciones de delegados que necesitaba retirar. Ramona no encontraba las credenciales, no quedaba ninguna de México. Y empezó el sicopateo.

Que los guatones cuates eran terroristas zapatistas, que la igualita a Thalía era un señuelo distractor, que la cartera sí tenía bomba y nuestra jefa había explotado y por eso no contestaba el celu. Estaba la cagada y media, y tampoco queríamos armar ningún escándalo. Todos revisaban carpetas de papeles y archivos de fotos, yo les decía que no era posible que se hubieran llevado las credenciales de toda la delegación, porque yo siempre estoy atento de que se las lleven con sus maletines. Llegamos a alerta naranja, hasta que apareció Mr. Bulldog, revisó la caja con las credenciales y encontró las de México, habían quedado guardadas en el espacio que correspondía a Papúa Nueva Guinea.

Papúa tenía casi más delegados que habitantes. A Ramona le llegó un reto por desordenada, hicimos rotación de funciones y yo para mis adentros pensando: Viva México cabrones!

El resto de la tarde fue una larga sucesión de zetas. Se batieron los récords de Pinball, me leí 50 páginas de "The persian boy", un guardia me contó que todas estas tierras pertenecieron al presidente Pedro Aguirre Cerda, y quedó en mostrarme la cava, con polvo de 1840, en un día de estos.

A las cinco llegó un vietnamita con una lapicera que le llevaba cámara digital, seguido de un chino muy atractivo que se demoró mucho tiempo en arreglarse para la foto. Estaba preocupado de salir bien. Yo le dije que no se preocupara, "You're a very handsome man, Mr. Liu".

El señor Liu pasó de amarillo a anaranjado, pero sonrió y me dio las gracias. Uno de los fotógrafos me dijo que según él los asiáticos no se imaginan que los demás los encontremos atractivos, por eso se sienten muy honrados con los piropos. Los orientales hombres, claro. Porque las coreanas se saben ricas y los piropos les resfalan.

Poco a poco ya los voy distinguiendo. Y es que en verdad son distintos. Y el señor Liu en verdad que se las traía. Se fue directo al top ten.

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domingo, septiembre 26, 2004

me and the dragons

Básicamente, y como lo dije hace cuatro posts, mi labor es la de entregar maletines a los delegados. Son bonitos los maletines, los hay en azul y dorado. Pero eso no quita que me sienta considerablemente sobrecalificado para la labor.
Y como estoy resfriado, y no fumo, me limito a sacar algún libro (“Happy hour” y “Down and out in Paris in London”, me gustan los extremos) y leer en las horas flojas, que abundan aquí. Muy antisocial, pero es que la verdad, con lo parlanchines que son todos mis compañeros ya me pude dar cuenta el primer día que no me interesaba demasiado hacer amiguis aquí.
En todo caso, ser el callado eficiente me ha granjeado el respeto de los carabineros, los guardias y los fotógrafos. La liga anti tabaco, como le podríamos decir.
La liga se anotó una victoria cuando una delgada neocelandesa se quejó de la cantidad de humo que había en la sala, desde entonces los dragones tienen que salir a hacer sus necesidades autodestructivas afuera. Y quien se queda a cargo de todo? Pues yo.

Así cuando llegó la bellísima Miss Suh, de Corea, el resto del task force brillaba por su ausencia. La atendí yo, todo marchaba bien hasta que llegaron los dragones acusándome de usurpar sus puestos. Los dragones empezaron a escribir mal los nombres en coreano (son dos nombres, seguidos del family name). Le dije a Ramona que así no era y me mandó al carajo.
Saben qué, cometan errores solos, y me fui a charlar con Miss Suh sobre sopa Miso y cine coreano. Le prometí conseguirle una caja de maletines azules, que son los más demandados, exclusivos para ella. Y además conseguí que el chofer de nuestra Van la llevara al hotel. Me despedí de ella en coreano. Y Mr. Bulldog, mi jefe, me dijo al pasar que no me hiciera ilusiones, que era casada.
No, la dura, que las coreanas han sido lejos las más bonitas de las asiáticas que han pasado por aquí.

Mi jefa, la segunda a bordo tras Mr. Bulldog, llamémosla Patricia. Ella lleva mucho tiempo en esta pega y se conoce a todos los funcionarios de las embajadas. Pero qué pena, su inglés es horrible. Yo que estaba tan feliz de haber estrechado relaciones con Seúl, y llega Patricia a retarme, parece que olvidé ingresar en el sistema cuales miembros de DIRECON se llevaron maletín y ahora ella tiene que hacer un balance y las cifras no le cuadran. Claro, no era mi trabajo, debería haber dejado que lo hiciera Ramona.

-Pero si Ramona no estaba.
- Chis!, No me contradigas.

Y me manda a hacer más maletines, al fondo del salón.

Esto implica bajar una caja, abrirla con tip top, sacar los cinco maletines, abrir las bolsas plásticas, botar las bolsas en otra bolsa, abrir el maletín por un lado, pegar el sticker de los auspiciadores, abrirlos por el otro lado, depositar uno, dos, tres, cuatro, cinco materiales, poner el lápiz en su sitio y el handbook con todas las reuniones en una rejilla con un cierre que siempre se rompe, cerrar el cierre, juntar cinco en una caja y poner la caja lista en un muro aparte.

La dura que igual me entretengo haciendo esto. Supuestamente es una labor de equipo, y a nadie le cabe duda que estoy aquí castigado por saber inglés. Pero al menos es trabajo, no horas muertas de pie mirando a la puerta. Desde que leí en Anna Karenina el capítulo en que Lievin se dedica a segar su finca a lo largo de quince páginas que el trabajo físico repetitivo me parece sexy. Así que no me doy cuenta casi cuando ya han pasado 3 horas de hacer maletines y es hora de ir a almorzar.

El almuerzo me ha devuelto energías, pero a los dragones en cambio les ha dado fatiga y ganas de dormir siesta. Así que nuevamente estoy yo casi solo en el salón. Hasta que de repente en cuestión de segundos llegan los encargados de las delegaciones de Canadá, EEUU y Japón. En total necesitan unos 70 maletines. Mando a llamar a los siesteros y al mismo tiempo medoy cuenta que de no ser por los maletines que estuve haciendo toda la mañana habría sido imposible cumplir con estas tres economías. Nadie me lo agradece, en todo caso.

Filo, al llevarle sus 35 maletines a la delegada canadiense le pregunto si por su nombre ella es de Québec, me dice que sí y le digo que yo hablo un poquito de francés, pero que no tengo problemas en leerlo. Ella me dice que tengo un buen acento y con esa sola frase me borra toda la mala onda del día.

Mr. Bulldog, que siempre está de un lado a otro, me envía a su computador a limpiar unas bases de datos. Lo veo como una promoción. Ahora por fin nadie me ordena cosas porque estoy manejando información importante en el computador del jefe. La guinda de la torta llega cuando Mr. Bulldog conecta su discman al PC y pone un CD de Morrisey. Suena “Suedehead”, y luego viene un dúo, le pregunto al jefe quien hace la segunda voz y diez minutos más tarde regresa con la respuesta. "Es Siousxie", me dice, enfadado con su memoria.

Yo feliz con Morrisey y Excel, escucho el CD completo, y termino mi labor justo cuando acaba el último tema del compilado, “We hate it when our friends become succesful”.

Salgo a tomar aire, las últimas horas del día son las más flojas. El grupo de dragones está dividido, unos juegan un campeonato de Pinball (después que nos desconectaron internet es nuestro peoresnada). Y el resto fuma y pela en círculos a un australiano que se vino caminando en chalas desde su hotel y está todo sudado. Harto guapo el australiano.

Su nombre es Colin Moynahan y le indico donde está el baño para que se refresque. Cuando vuelve me pregunta si hay transporte de vuelta a su hotel y le cuento que apenas regrese nuestra Van puede acompañarnos. Converso un rato más con él, y me entero que hace 10 años Colin viajó a Europa y recorrió Inglaterra y Holanda en bicicleta. Me da unos datos sobre calzado y rutas alejadas de las carreteras. Me dice que el terreno es muy llano y fácil de andar. Que si por último me roban la bicicleta hay muy buenas rutas para caminantes, sobre todo en Francia. Nuestra Van se demora demasiado así que finalmente cuando llegan los promotores de pisco ABA (de exportación) a dejarnos folletos para los maletines, me consigo que ellos lo lleven a su hotel. Las promotoras son todas rubias, pero latinas, y ante la posibilidad de hablar en inglés con un australiano guapetón todas se apretujan para hacerle espacio.

Y se van, y llega nuestra Van, y nos vamos.

Dragón Koke sugiere que vayamos a su depto a tomar whiskie, yo estoy ahí así que Ramona me pregunta si yo voy, yo me digo que es bueno ir un rato para conocer el terreno rival. Así que le respondo que por supuesto que voy.

Koke vive con Ramiro, ambos son evidentemente miembros del gremio. Pero eso no quita que al llegar a su depto Koke me pide que lo ayude a bajar un cuadro que el pintó en el que aparece un desnudo masculino con unos bíceps enormes y un jarrón muy siútico a la altura de la ingle. Un efecto muy Austin Powers. Lo reemplaza por un abstracto copia de Turner. El porteño luchito, que no es quien más fuma, pero si quien más habla, y se ha hecho íntimo de mi enemiga Ramona, protesta. Pero lo cierto es que el pilucho era detestable y el living del duplex se ve mucho mejor sin él.
Tengo al menos 3 colegas del gremio. Y aún así no me siento incluido. Es el tema del closet, el suyo es un closet transparente como la casa de vidrio, pero sigue siendo un closet. El otro día le pregunté a Koke, que es profe de educación física, si acaso los apoderados le ponen problemas por ser como es, él me respondió que los profesores de gimnasia tienen que ser estrictos y que aunque un niño lleve justificativo igual tiene que hacer algo durante la clase, qué él los manda a mover colchonetas.

Y vamos, que estábamos solos, que él sabía perfectamente que mi pregunta apuntaba a otro lado. Y después en su departamento pone la música de Queer eye for the straight guy “porque el show es tan divertido”, y tiene grabados en video todas las finales de Rojo. Hasta que le pregunto por otro video, si acaso la copia que tiene de “Queer as folk” es de la versión británica o la gringa.
- Esa donde salen los minos más ricos .- , me responde.

Feliz de que me den la razón. Vuelvo al living con una Cachaça con jugo de naranja y hielo en la mano. Está Ramona y está Ingrid. Basta que llegue yo para que se queden calladas. Luego se van a otra pieza. Yo tomo mi teléfono, tengo dos mensajes. Uno es de Pablo, que está luchando contra unos raviolis, el otro es de mi madre que me avisa que llegó un paquete con mi nombre a la casa. :D

Las dragonas llegan de vuelta con Luchito y se ponen a pelar a la jefa. Yo voy a ver a Koke, que se ha quedado pegado en el computador, parece que está malo, está a punto de decirme algo pero se calla, me dice que no le gusta hablar de alguien si no está presente.
Justo lo que quería oír, al menos el dueño de casa no me va a pelar, voy a living, Ramona está contando que este año espera terminar su carrera de Bióloga Marina y que está trabajando con unos moluscos que nadie en el mundo conoce. Le pregunto si son univalvos o bivalvos, me dice que son univalvos. Yo me despido diciendo que la charla sobre moluscos me parece muy interesante pero que tengo que ir a mi casa porque recibí un paquete desde USA. Chaíto desde lejos, que si le doy la mano a alguien tendré que darle un beso a Ramona y antes muerto.

Y en mi casa me espera el paquete, el bueno de Jeff me pide disculpas por el atraso. Lo cierto es que no podría haber llegado en un momento más apropiado. Adentro están “The Penguin Book of Gay Short Stories”, editado por David Leavitt, “Keep the Aspidistra Flying” de Orwell, “The persian boy” de Mary Reanult y “The Hitchhiker’s guide to the galaxy” de Douglas Adams”. Libros usados, el Penguin tiene una dedicatoria de una tal Ellen a una tal Nina. Estoy demasiado feliz. Además hay discos, uno de The Postal Service, que Jeff me hizo escuchar un día frente a la fuente alemana, otro de un tal Chuck Coleman, que parece había salido de Yale, y un disco con lo mejor de Rick Astley.

Rick Astley! Pongo el track #8, "My arms keep missing you" y bailo en el living de mi casa, lo pongo bajito porque el resto de la familia duerme. La pantalla hace un fade y empiezan a correr atropellados hacia arriba los créditos de un día tenso y extenso, pero con buen final.
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viernes, septiembre 24, 2004

Apecdotes

Uno: Un delegado de Estados Unidos necesita acreditarse, la foto que mandó por internet no llegó, o llegó defectuosa. Lo atiende Ramona, que supuestamente sabe inglés, y es a quien mi jefa acude cuando necesita ayuda con el idioma. Ramona es medio polvorita, nadie puede corregirla, y menos yo que estoy a su mismo nivel, o menos, ya que ella ya trabajó en reuniones anteriores.

La foto está causando problemas en el sistema, nos estamos demorando y para matar el tiempo el delegado se acerca y le dice a Ramona, todo coqueto, que tal vez es culpa de él.
- Maybe it's just me.

Ramona le responde, toda coqueta y boba:
- Yeah, it's just you.

Yo, encargado de los maletines, cuando le entrego el suyo al apesadumbrado nortemericano le digo:
- I'm positive it was the system's fault.

A lo cual él me responde:
- Thanks, I'm relieved!

Dos: El sobrino del sultán del Brunei nos pide por favor que lo ayudemos con una broma, le hacemos una credencial falsa a alguien de su delegación. Brunei es uno de los países más ricos del mundo y todos cooperamos con la talla en la credencial le ponemos que es señorita en vez de señor: Ms. Vincenza Kong.
- I think the saying is "Revenge is a dish better served cold". And it doesn't get any colder than this. Dice el sultanito, que ha de tener unos quince años y es el más alto y de tez más clara de los bruneirenses. Ha de medir 1.65.
Mis compañeros ya se imaginan que nos van a mandar diamantes de regalo por la paleteada. Greedy flies. Y yo me quedo pensando en intrigas palaciegas asiáticas. Niñerías al lado de las intrigas laborales en las que todos estamos metidos, de algún modo u otro, para bien o para mal.

Tres: Pablo me había enseñado que en japonés uno responde al "gracias" con un "yorokonde", que sería algo así como el "de nada" nipón. La oportunidad dorada de ocupar ese conocimiento me llegó cuando tuve que atender al ministro de economía de Japón, Mr. Mitsuo Matsumoto. A él ya el día anterior lo había ayudado con sus credenciales, y conocía a su delicada asistente, Miss Chie Fujita.
Así que cuando llegaron, y mis compañeros fumaban en los jardines, me di el gusto de atenderlos yo. El ministro pasa demasiado piola, venía con mochila, eso ya lo dice todo. Les entregué sus pases y cuando me dijeron gracias les respondí: Yorokonde. Miss Fujita se río como uno espera que se rían las escolares japonesas.
Luego esa tarde la van me dejó en El Bosque, estoy esperando la luz verde del semáforo y me veo de repente rodeado de nipones. Los reconozco por supuesto, y ya que no olvido nombres, me la juego.
- Konichiwa, Miss Fujita.

La japonesa pegó un salto, seguro que no se esperaba que alguien la saludara por su nombre en Santiago City, hasta que a medio camino entre el infarto y el ataque de risa me reconoció como el chico de las acreditaciones. (Y Vero, respecto de tu pregunta sobre las japonesas, creo que la respuesta es evidentemente Sí). El caso es que por suerte el Ministro y su guardaespaldas también se rieron y me dieron la mano. Iban todos a comer mariscos al Coco Loco. Yo les dije que me encantaría comer con ellos, pero que estaba demasiado cansado y prefería irme directo a la cama.
Bon appetit, le dije cuando cruzaron la calle. Y el ministro se despidió con un see you later.


No, si igual tiene su lado cool este trabajo.

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jueves, septiembre 23, 2004

Is this it?

Un delegado de China me cuenta que en chino pinyin Chile se escribe zhi li. Lo cual significa País del sur.

Eso es gracioso, porque los chinos simplemente traducen fonéticamente el nombre de nuestro país y solucionan de una todo el misterio sobre su significado. Nada de ajíes o el canto de los triles. Chile quiere decir país del sur. Y lo siento por Sudáfrica.

China, a todo esto, en chino pinyin se escribe Zhong Guo.

Todo este diálogo no fue por pintamonos, había que rellenar tiempo porque la foto del embajador salió con un tajo blanco en la cara y la dura que nadie quiere ofender a la todopoderosa República Popular.

No se hagan una idea errónea, el 80% del tiempo es una lata, ya estamos en el cuarto día y los temas comunes se acabaron. Comienza entonces el pelambre. Y la lucha de poder. Y las riñas histéricas.

No sé si es algo de Chile solamente o si ocurre en todos lados. Pero me asombra la energía que pone la gente aquí para hacerse amigos y luego mandarse a la cresta. En vez de ser productivos y convencer al jefe que 12 horas diarias de trabajo de acreditación es un absurdo.

O sea, nadie quiere saber nada de sindicatos. Pero lo más bien que se montan una Fuenteovejuna para defender su dudoso derecho a llenar de humo un salón con pobre ventilación y plagado de cartelitos que dicen precisamente "No fumar".

De momento todos hablan de comida. La comida es buena, hacen aquí unas ensaladas fenomenales, pero no me parece un tema tan entretenido.

Echo de menos a la gente con cerebro, las conversaciones no forzadas, personas que entiendan que el silencio es harto superior al parloteo idiota.

El domingo fui a ver con mi amiga del cole, la Verónica, "Before sunset". Muy apropiado porque el 2004 fuimos juntos a ver "Before sunrise".
Obvio que no todo el mundo puede hablar con guiones escritos por Linklater, pero me conformaría con dejar el tema de las tetas de Tetarelli y las minas de Rojo por un rato.

I don't want to live for weekends. Eso ya lo sé. Y para peor esta pega no contempla descanso de findesemana.

Pero es plata, y mi viaje se acerca. Ayer me llegó un brochure de Nottinghamshire que solicité de un sitio web (gratis). Gotta love 1st world diligency.

Y ayer compré mi entrada para los Chemical Brothers. Yipiii!

Aún así, el trabajo, o peor, las horas muertas en el trabajo, como hace uno para bancárselas? Yo cuento los días que me quedan para que esto se acabe. Pero no me puedo imaginar que mi vida fuera esto, y hacer carrera aquí, y remar y remar hasta la jubilación. No se me ocurre cómo.

Al próximo chino que venga le pido me explique algún método.
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miércoles, septiembre 22, 2004

Lychees are delicious

Acabo de recibir a un príncipe de Thailandia, venía de civil y se empeñaba en que no le sacaramos nosotros la foto, que ocuparamos las de su pen drive, donde estaba todo bonito, con traje real y varias medallas. Yo le dije que el idioma Thai me parecía difícil y me hizo pronunciar su apellido: Charnnarongkul.

Aparentemente lo hice perfecto, así que me enseñó dos frases:
- Chao: Sowat Di
- Gracias: Kopul Kap

O algo así.

Nos cayeron tan bien sus altezas tailandesas que les pasamos unos manuales extra de contrabando.

Y ahora vuelvo a rascarme el ombligo.

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Pero nunca tan monárquico. Más avanzada la tarde llegaron unos indonesios del support staff, que son guardaespaldas, choferes y cocineros. Ya estaba avisado y gracias a los phrasebooks de wikitravel.org los saludé en su idioma, les pregunté el nombre y les recité los días de la semana.

Selamat Siang!, les dije cuando ya se iban con sus credenciales.

Selamat Siang! me respondió el señor Wiki (thas was his real name, can you believe it?), le dimos trato de príncipe, y se fue feliz, invitándonos a todos a visitarlo en Bali.


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martes, septiembre 21, 2004

Bag Man

El Espacio Riesco es una mole fría y con aspecto espacial. Acá mis compañeros de pega le dicen Gattaca City.
Queda en Huechuraba, una de las metástasis más recientes de este tumor que es Santiago. A los asiáticos les gusta, porque le sacan hartas fotos con el Manquehue de fondo. Pero las fotos no son ningún indicador. Pa mi que sólo las sacan de sus estuches para mostrarnos que ellos tienen modelos que aquí no llegan hasta dos años más. Un coreano me apunta con una del tamaño de una tarjeta de crédito y más botones que un acordeón. Yo sonrío y le entrego su maletín.

Mi función aquí es esa, entrego maletines. Aunque al final termino haciendo mucho más que eso. El trabajo es entretenido cuando lo hay, pero la mayor parte del día los delegados de la APEK se lo pasan metidos en sus reuniones y no hay nada que hacer más que jugar Solitario Spider o Collapse, o intentar socializar un rato.

Yo me tenía por un tipo sociable. Pero ahora he empezado a cuestionarme qué tanto. Soy el único que no fuma, además que ando resfriado y a cada rato sonándome. Prefiero entonces mantenerme en mi silla, ligeramente aparte, leyendo, atento a mis funciones como buen robot.

Pero no hay caso, Simón manda que converses y se te planta el grupo enfrente para discutir que la Cecilia Bolocco se acostó con tres gabinetes seguidos, y que el 80% de los animadores es gay, y que quien ha visto la cirugía más asquerosa y quien ha tenido el trabajo más detestable. Y sí, que es bonito que la gente se conozca y converse, pero esto es todo el santo día, y se salta de un tema a otro sin detenerse nunca a reflexionar un poquito que sea el anterior, y ya se empiezan a definir roles, ya empieza a pelarse a quien va al baño, a reirse de todos los extranjeros, a bajar juegos de internet arriesgando contagiar a toda la red con virus. Esto parece un parvulario.

Y sin embargo mi amiga Vero me dice que la haga distinta, que no me queje. Que tener un trabajo es suficiente bendición (aún si no tengo descanso dominical y me pagarán de aquí a 3 meses).

Así que al menos hoy le haré caso a ella.


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viernes, septiembre 17, 2004

Gracias a la vida

No tenía ninguna, es decir cero intención de escribir sobre el 18 y las fiestas patrias y la huevada. Cómo tan cliché. Pero lo cierto es que no hay escapatoria.

O sea, no solo no tengo plata (o más bien, intención de gastarla en algo que no sean los Chemical Bros.), sino que además llevo dos días con una acidez asquerosa y dolores de cabeza. Adios ricas empanaditas de pino y queso. En mi búsqueda de medicina alternativa decidí cortarme el pelo, con la maquinita, claro, para no gastar. Y quedé horrendo, intolerable. No soporto verme al espejo ni salir a ningún lado y no tengo ninguna boina que me salve. Probé ponerme la bufanda como si fuera turbante, de hecho así igual me veo bien, pero no es este un look para salir a la calle.

Íbamos a ir con mi familia a la fonda del parque Padre Hurtado, pero al final mis padres se pelearon y todo se funó. Así que ni modo, me quedo en casa tomando chicha y leyendo el diario, y escuchando mi CD de música folcklórica (que incluye "La pirilacha", por supuesto).

Vero no tiene fondas en Madrid, le busco algún dato por Google y solo encuentro carretes chilenitos en Barcelona.

Si Jeff estuviera aquí lo llevaría feliz a la Yein Fonda en la Quinta Normal (que es cara, pero tocan los Bunkers), o a la fonda guachaca, o al Parque O'Higgins. Pero ir solo me da lata. Demasiada lata. Chandler está en Viña con Big y Rodrigo el hermano chico de mi amigo Pancho, hasta él encontró pololo.

Mientras tanto yo pelado cual demonio del Bosco.

Filo, la chicha me ha puesto alegre y tanto así que decidí poner fin al tenso silencio familiar en la mesa tirando al aire una pregunta.

¿En qué momento de sus vidas se han sentido más chilenos?

Esa misma pregunta se las tiro a ustedes, aunque este blog es más pseudoliterario que interactivo, me parece una buena pregunta para hacer.

Al principio me costó responderla, pero luego ya eran chorros de respuestas, algunas de las cuales las pondré aquí:

Me sentí chileno:

- En Conguillío, IX región, con mi amigo Rob, el geólogo sudafricano. Cuando escalamos la sierra nevada y nos recibió un horizonte jurásico de araucarias como manada de brontosaurios. Y me quedé sin palabras. Sentado en el hielo. Sin preocuparme más por los coliguachos que me querían sorber la sangre. Este era un Chile superior a cualquier cosa que antes hubiera vivido. Y todavía en mi memoria guardo una fotografía de ese momento, en altísima resolución.

- En Salala, Valle del Limarí, IV Región . Trabajos de verano del año 97. Durmiendo en una escuela rural, bañándonos en el estero con extracto de cacto por shampoo. Jugando dominó con unos pescadores de camarones de río. Relamiéndonos los dedos tras zamparnos los exquisitos camarones de río. Comiendo cabrito asado al palo. Jugando a la pelota con los mocosos del pueblo. Comiendo una sopa grumosa en una casucha infecta repleta de moscas perteneciente a una señora sorda con cara de bruja y aún así encontrándola rica. Cagando más rato esa misma sopa en una letrina al descampado, imaginando que ese agujero conectaba con el mismísimo centro del mundo.

- En Olmué, V región, semiborracho en una fonda gigantesca, con tres niveles, interconectada por caminos de barro y rastros de olor a carne asada y pebre. Buscando entre los espinos un lugar donde hacer pis donde no hubieran parejas atracando o grupos fumando yerba. Imaginándome que todo Chile era esa noche una fiesta clandestina sin reglas y sin luz eléctrica, con anticuchos a $300.

- Afuera del Museo de Bellas Artes, sí, para la foto de Tunick. Sorprendido de que los piluchos seamos más que los evangélicos. Dejando la individualidad amarrada con las ropas en un bulto debajo de un árbol cualquiera del Parque Forestal. Y aburrido de los genitales, que nunca parecieron más corrientes y faltos de interés, centrándome en los rostros, en la energía, en los ocho mil chilenitos que hacían frente al frío de la mañana en cueros, olvidándose incluso del Mundial de Fútbol.

Los invito a todos a decargar de internet "Gracias a la vida", en la versión de Los Bunkers. Los únicos que han sabido rescatar la profunda ironía que es esa esa canción. Violeta no da gracias por lo que tiene, da gracias por lo que añora. Porque Chile no es un país tangible y envasable, es un país que donde mejor vive es en sueños, o en recuerdos, o en paisajes que nos dejan sin habla, o en momentos de comunión colectiva irrepetibles e inexplicables.

Chile son detalles, garabatos, pillerías, la quinta pata 'el gato. Bendito y soterrado anarquismo del fin del mundo.

Y ahí radica, en gran parte, su mayor gracia.
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miércoles, septiembre 15, 2004

A tale of 2½ thumbs

Qué es septiembre para mí? Borrachos en las esquinas y lindos volantines con hilo curado. La rica chicha y los niños rebanados en las noticias de la tarde. Cosas buenas, cosas malas, y otro absurdo imperativo social:

"Simon manda.. que seas feliz porque tu Patria está de cumpleaños".

Yo prefiero ser feliz por la primavera y ya. Este lunes nos juntamos algunos amigos de periodismo a celebrar ésa y otras buenas noticias en el depto de Maca y Ricardo. Estuvo muy bien, todavía disfrutamos nuestra reuniones. Diva Isi no fue, de puro Diva se perdió el sushi y el vinito, a 5 lucas +/- por cabeza.

A la una nos despedimos, la Sole tomó un taxi y a mí y a Sarmi se nos acercó un beodo.

- (Mr.Beodo)"Socios! No tienen un puchito que me den?"
- (yo) Emmm, yo no fumo
- (Sarmi) Yo tampoco (mentiroso)
- (Mr. B.) Qué?, no tienen vicios ustedes? No fuman, no toman, apuesto que tampoco les gustan las minas (su tufo era insoportable)
- (yo) A Nuestro Señor Jesucristo le gusta el alcohol, usted sabe, el cáliz de la alianza nueva y eterna, que será derramada...

El borrachito, ni que se hubiera acordado que iba tarde para misa, se despidió de nosotros y puso los pies en polvorosa. Luego Sarmi hizo parar a otro taxi y yo me quedé solo. "No te preocupes, si a esta hora igual pasan micros".

Si, de más que pasan. Cosa de esperar un rato. Y la noche está rica, no hace frío, para nada.

Pasó un rato y decidí cambiar de paradero, pasó otro rato, y varios paraderos más y tal vez era cierto que no hacía frío, pero a mí se me estaba agotando el calor.

Igual no le tengo miedo a la noche santiaguina. Si fuera turista y no tuviera donde dormir, hay varios rincones donde echarse.

Pero no soy turista, yo conozco gente aquí. Y me dirigí al departamento de Mauro, que siempre me tira los corridos por MSN. Esta iba a ser su lucky night.

Pero una vez frente al citófono con los cincuenta botoncitos no recordaba cual apretar, y no era la idea despertar a todo el edificio. Saqué mi celular, por si un aguinaldo milagroso de Entel me lo había recargado. Pero no.

Así que de vuelta a Providencia. Y de vuelta a pensar en las veces pasadas que he estado en esta misma situación. Uno que nunca sacó el carné de conducir, total que sentido tenía si mi padre dejó bien en claro que su auto querido no lo manejaba ningún hijo gay.

Hace unos 5 años, de vuelta de un cumpleaños de Francisca tenía más fresca la prohibición y el resentimiento que trajo consigo. Eran pasadas las tres y tampoco pasaban micros. Empecé a prestar atención a los autos particulares, algunos muy bonitos. No me molestaría irme en uno de esos a casa. Y así al rato empecé a levantar el dedo. Un juego porque, ¿quién me va a parar? Jugaba a alzarle el pulgar a los autos bonitos y espantar a los taxis que son millones a esa hora.

Hasta que pasó una Ford Cherokee verde, exquisita la camioneta. Y el conductor frenó y se devolvió. Yo me acerqué a la ventanilla y le dije:

- "Hola compadre, me podís acercar a la Rotonda Atenas?"

El compadre era mayor, pero ni tan mayor. Alrededor de los 30. Y tenía ojos azules. Era macizo y la verdad es que lo encontré harto rico, a él y a su auto.

- "Súbete"

Esa noche sí que hacía frío y entrar a un auto con aire acondicionado fue fenomenal. El compadre me preguntó que cómo estuvo el carrete, qué cómo estaban las minas, todo bien le dije yo.

-"Y cómo estaban los minos?"

Ahí me di cuenta que formaba parte de un club especialísimo. Y que en futuras noches sin ruedas algún chofer de turno bien me podría dar un aventón, y quizá algo más.

Le dije que lo acompañaba a su departamento si después me llevaba a mi casa. Él vivía en un edificio cerca de la Plaza San Enrique, era gerente de un local de venta de autos en Bilbao. Era soltero. Era un buen partido. Su departamento tenía estilo, pero más plata que estilo. Me preguntó si acaso quería beber algo, cualquier cosa, y me mostró un bar lleno de botellas de todos colores. Yo me dí el gusto de pedir algo nuevo, un vodka tonic, Absolut por supuesto.

The sex wasn't that great. Aunque el sexo es como la pizza, aún cuando es malo es bueno. O eso pensaba entonces. Lo que sí me decepcionó de él fue su colección de CDs, no pasaba de Ricky Martin y Maná y otras boludeces semejantes que escuchamos en el auto camino a mi casa dos horas después. Me dio su tarjeta, le dije que cuando necesitara comprar un auto lo llamaría, él me dijo que ojalá fuera antes de eso.

Ahora me pregunto dónde quedó esa tarjeta? Pero a la vez espero que el "compadre" de los ojos azules esté en otra. Tenga su pareja estable a quien también le guste la música basurona de Miami. Lo tenía todo para conseguir a alguien, y me habría tenido a mí si no hubiera estado yo entonces demasiado enganchado emocionalmente con otro chicuelo y si el vendedor de autos hubiese tenido un mejor surtido musical.

Sigo caminando, llego a Los Leones. Hay dos chicos sobrevivientes de Suecia y les digo que entre los 3 tomemos un taxi, ellos van a Vitacura. Pero entonces pasa la micro. Sí, ya lo sabía yo. La micro en todo caso, sólo nos lleva hasta el Apumanque.

Le pregunto al chofer, "no sigue más allá?" Me dice que no, que da la vuelta en U, me bajo dudoso y luego lo veo perderse en el horizonte. Micrero culiado de la gran puta!

Yo apenas tengo luca en el bolsillo, no me alcanza para el taxi, no quiero despertar a mi viejo (o sea, in my life!). Así que sigo caminando. Con la música de Bill Bixby vagabundo al final de cada capítulo de "El hombre increíble".

Nooo, esa música no. Quiero algo alegre. Y sintonizo en mi cerebro "Go your own way", de Fleetwood Mac, pero en la versión de los Cranberries.

"You can go your own way. You can call it another lonely day. You can go your own way. Go your own way"

La segunda vez no hice dedo, pero venía de vuelta de una maratón de Cineadicción en el Cine Oriente y era evidente que un aventón me venía bien. Esta vez fue un taxista, que disminuyó la marcha y me preguntó cómo llegar a Isabel la Católica. Yo le dije. Pero el me explicó que era del norte, que no conocía Santiago y que en el taxi me acercaría un poco a mi destino si yo le explicaba bien las calles.

Era del norte sí, me contó que había sido minero en Chuquicamata. Y tenía las manos para probarlo. A su mano izquierda le faltaba medio pulgar.

Yo también soy del norte, o viví allá mucho tiempo cuando chico. Así que me cayó simpático el esforzado obrero de la patria. Cuando empezó a tirarme los palos le seguí el juego, y al final me ofreció chupármela a cambio de llevarme a casa.

Talk about a win-win situation.

Estacionó el taxi a un costado del Parque Intercomunal. Me dijo que la mejor manera de no despertar sospechas a los pacos era que yo me parara afuera del taxi, apoyado en el techo mientras él hacía lo suyo desde adentro. Era lógico que conocía bien las calles de Santiago, y que no era primera vez que hacía esto. Definitivamente no era primera vez que hacía esto. Me dio un ataque de risa y un orgasmo todo al mismo tiempo. Una patrulla pasó sapeando, pero siguió de largo sin darse cuenta de nada.

Me dio risa pensar en todo lo que nos hablan de los peligros de la noche. Se me ocurrió que esa gente peligrosa es gente como uno. Que la noche está llena de gays solitarios y cachondos. Que algunos de ellos son taxistas, y otros venden autos y salen de noche con su mejor modelo. Me sentí un golden boy, pensé que nunca más tendría que preocuparme por quedarme sin micro.

Entiéndanme, era un lolo con la sangre caliente, hastiado de todo, enojado con mi padre y con ganas de vivir al límite. Lo cierto es que pasó mucho tiempo antes que volviera a hacer dedo. Justo a la semana siguiente desapareció Jorge Matute Johns y eso me sirvió de escarmiento.

Ahora camino nuevamente, son las 2 y media de la mañana. Las Condes es una comuna rica para caminar de noche, los empleados de los servicentros y los concerjes y los taxistas, todos le recuerdan a uno lo afortunado que se es por tener una cama donde dormir y un trabajo amable que agradecer. En una media hora más tal vez pueda tomar un taxi con la luca de mi bolsillo.

"You can go your own way", significa eso "Toma el camino que quieras" o "Vete por donde viniste"?

Cambio de canción. Christina (Rosenvinge por supuesto) "De noche, todos los chicos brillan como sirenas".

No, pero en serio. Simplemente viendo a los autos pasar uno sabe cuáles son peligrosos y cuales no. Hay muchas mujeres conductoras, ellas deben ser confiables (aunque fome). Si es por estadísticas, es casi más peligroso caminar sin mirar y que te atropellen a hacer dedo y que te destripen. Veo pasar un Chevrolet acelerado a mil con su conductor empinándose un Manquehuito. Eso si que es peligro.

No como el Fiat Punto que fue el último auto al que hice dedo. Justo en frente del Liceo Lastarria. Eran las 5 AM. Me sentía valiente y capaz de hacerle frente al mundo, pero no podía dar un paso más, las piernas me dolían demasiado de bailar y caminar desde Bellavista. Así que bienvenido el riesgo.

Eso sí, no estaba ni ahí con tener más sexo a esas alturas de la noche.

Resultó que el conductor tampoco. Se llamaba Alejandro y quería hablar. Quería hablar demasiado. Venía de vuelta del matrimonio de su hermano chico, Alejandro era gay y nunca había encontrado una pareja con quien salir del closet. En la fiesta tuvo que soportar a todos los parientes metiéndose en su vida. Me dijo que de tener pareja la habría llevado, aunque no estaba tan seguro. Las abuelitas se pueden morir de un infarto, con lo religiosas que son. El caso es que no pudo disfrutar mucho, se empezó a deprimir pensando que él nunca se iba a casar, o tener hijos, o una fiesta como esa donde va toda la familia a desearle lo mejor. Llegó la hora de los brindis y se dio cuenta que nunca en su vida brindarían por él y su (todavía inexistente) pareja. Se despidió de su hermano y su nueva cuñada y se fue.

No era feo, pero tampoco era un galán. Tenía unos cuarenta, anteojos, poco pelo y parecía un ser gris como tantos otros que pululan por Santiago. Pero la tristeza le daba un brillo especial. El camino entero fue puro sicoanálisis, conmigo diciéndole que su vida era suya para él solo y que no le tuviera miedo a vivirla. Puros clichés, pero se notaba le hacía bien hablar de eso. Hablamos hasta que ya no había más que decir y antes que me saltara encima prendí la radio.

Sonaba Peter Gabriel, "In your eyes". Y yo bajé el vidrio. Amanecía y afuera todo estaba hermoso. Me fui cantándole a la calle, mientras Alejandro Fiat se reía. Hace tiempo que no me reía, me dijo. Y empezó bajito a cantar conmigo.

Love I get so lost, sometimes
days pass and this emptiness fills my heart
when I want to run away
I drive off in my car
but whichever way I go
I come back to the place you are

Así hasta que llegamos a mi casa, y me bajé del auto, nos miramos agradecidos de haber compartido un momento especial, sin saber si pedirnos el teléfono o no. Él no quiso pedírmelo, me dijo que yo había sido un ángel. Y que quería dejarme así, como la aparición angélica que le hizo dedo una noche en que estaba pensando seriamente en el suicidio.

Le deseo lo mejor a él, esté donde esté. Comparto su ideal de generosidad desinteresada y anónima, es necesario para vivir creer que todavía existen las buenas acciones gratuitas, And I have always trusted the goodness of strangers O como decía el personaje de Meryl Streep en "The hours"

"That is what people do, we stay alive for each other".

Eso, eso es septiembre para mí. Las flores nos recuerdan que el mundo está vivo, que se mantiene vivo para nosotros. Que es nuestra patria.

P.D.: Por cierto, como es evidente, al final llegué a casa. Tomé un taxi para las últimas diez cuadras en subida. Me salió $800. Un robo. En fin.
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lunes, septiembre 13, 2004

Stay away from my pocket

A otra cosa mariposa. Que el pesado pasado pasado es.

"Down and out in Paris in London" ha resultado una excelente lectura preparatoria para mi viaje a Europa. Sea como fuere, tan mal como al pobre Orwell no me puede ir.

Tengo que seguir ahorrando en todo caso, y la dura que no es fácil. Justo cuando pensaba que lo tenía todo bajo control, anuncian visita a Chile los Chemical Brothers.

La China preparando su viaje se recluyó, no fue más al cine, no fue más a la Blondie, nada de nada. Pero yo sin cine no puedo estar.

A principios de año me confeccioné una lista de películas imperdibles. Hasta el momento ya cumplí con las siguientes:

- Kill Bill 2
- Harry Potter and the prisoner of Azkaban
- Elephant
- Machuca
- Wilbur wants to kill himself
- Eternal sunshine of the spotless mind

Pero todavía me faltan estas otras, a las que se podría añadir Promedio Rojo, si la campaña publicitaria termina de convencerme:

- Jeux d'enfants (amor fou Amelie style)
- La mala educación (Almodóvar y Gael en drag)
- Before sunset (Linklater ídolo, y Paris)
- Diarios de Motocicleta (Gael en Chile tirando piedras a las mineras)
- Alexander ( Colin Farrell con Jared Leto como Hefestión)
- The dreamers (Bertolucci y Paris '68)
- Brokeback Mountain (Ang Lee, gay cowboys love story, Jake Gyllenhaal)
- Fahrenheit 911 (Michael Moore)
- Kinsey (entomólogo bisexual)
- Good Bye Lenin! (Yann Tiersen)
- A home at the end of the world (Colin Farrell, Michael Cunningham)
- I ? Huckabees (David O. Russell, Jude Law)
- Team America (marionetas y los creadores de South Park)

Esas por ahora. Y los Chemical brothers en octubre, dieciseis lucas la entrada general. Pero las valen. Total que queda absolutamente prohibido enamorarse, que eso es lo peor para el bolsillo. Y nada de pololeos a no ser que sea con sugar daddys, empleados de Hoyts o guardias de San Carlos de Apoquindo. No más fancy drinks, no más bunker, no más zapatillas, no más café en starbucks (sigh).

Tengo que ahorrar de alguna manera.



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domingo, septiembre 12, 2004

Time destroys everything

Tiene que haber sido una mujer, eso más que seguro. Porque íbamos de la mano, y yo no le encuentro mucha gracia a andar con un hombre de la mano. Son los resabios de mi crianza heterosexista, para caminar tomado de la mano necesito a una mujer, lo mismo que para bailar salsa.

Por supuesto, hay excepciones. Pero el caso es que tengo este recuerdo confuso, quiero averiguar con quien lo compartí y mi única pista hasta el momento es que se trataba de una chica.

Ocurrió durante esos meses que me pasé encerrado en las catacumbas de periodismo, en la sala de edición, armando el "Efecto Invernadero" (programa documental que se exhibió por canal 13 cable). Algún visitante había trabajado con Roberto Edwards en un proyecto artístico con no-videntes (creo que es ese alguien fue la China), y su aporte a nuestro mural colectivo fue una postal de la exposición "Pa' que veai" que se estaba exhibiendo en el edificio de Telefónica. La gracia de esta postal es que estaba escrita en Braille, y una tarde en que estaba sin nada que hacer me dediqué a descifrar lo que decía.

El Braille no es más difícil que el griego o el ruso, todo radica en identificar los caracteres. Descubrí que los números están precedidos por dos puntos, y eso los diferencia de las letras. Descubrí que las vocales son tales y cuales, y descubrí la diferencia entre los puntos y las comas. Fue muy excitante, dicen nostálgicas las yemas de mis dedos.

Así que yo y n.n. nos juntamos para ver la exposición. Arte hecho por ciegos. Alucinante. Tanto así que salimos del edificio jugando a los lazarillos. Yo y ella nos turnábamos para ser ciegos, el uno tenía que llevar al otro de la mano y describirle la ciudad alrededor. No pasan autos, hay luz roja, una paloma camina a saltitos porque el asfalto está muy caliente, en frente hay un camión que transporta espejos, están sucios los espejos. Balmaceda nos mira de reojo, el río viene escuálido, pero aún así abundan las gaviotas, ¿las puedes oir, cierto? Hay tres niños jugando en la fuente alemana, no son ciegos, pero igual no parece que hayan visto, y si lo han visto no les ha importado, el cartel que dice Prohibido Bañarse.

Sin vendas, sólo con mutua confianza. Caminar con los ojos cerrados era experimentar todo de nuevo por primera vez. Atemorizante y al mismo tiempo muy romántico.

Yo era quien guiaba cuando llegamos al busto de Abraham Lincoln, le dije a ella que tendría que adivinar de quien se trataba. El rostro de "Abe" es muy singular, le hice recorrer con las manos su barba, sus patillas, sus pómulos salientes. Pero aún así no acertaba. Le empecé a dar pistas. Es norteamericano, un presidente, abolió la esclavitud. Pero ella de presidentes norteamericanos no llegaba más atrás que Kennedy.

Ella, me acuerdo perfectamente de todo, del nombre de la exposición, de la estatua, del camino que hicimos, pero no me acuerdo de ella. ¿Quién fue ella?

En eso pensaba tras ver "Eternal sunshine of the spotless mind", la mind-blowing película de Michel Gondry con guión de Stanley Kaufmann. En la peli Jim Carrey y Kate(denle el Oscar ya!)Winslet son una pareja que tras una pelea deciden borrar de sus mentes el recuerdo de su relación. Meterse con los procesos mentales y los guiones laberínticos es complicado. Y no faltó quien salió del cine sin entender nada. Yo, al final aplaudí, solo, pero aplaudí. Algo que no hacía desde Dogville.

Aplaudí porque la película me explicó uno de los enigmas de mi historial, sumamente dramático, con las mujeres. Me explicó porqué fue que terminé con Francisca.

No quiero extenderme en detalles. Pero ella y yo nos conocimos en la primera semana de bachillerato y nos convertimos en inseparables. Nuestra relación era difícil de explicar, en algún momento ella me dijo que éramos como Luke Skywalker y Leia, unos hermanos medio incestuosos, pero hermanos al fin y al cabo, y de sangre real.

Pero bueno, como toda relación, la nuestra pasó por altibajos. Altibajos que un día empecé a percibir eran cada vez más bajos que altis. Ya no nos reíamos tanto de las bromas del otro, nos irritábamos constantemente. Me di cuenta con espanto que toda la capacidad de amor que entre nosotros latía podía en un zap!, en una movida de Reversi, convertirse en odio. En un odio venenoso y nauseabundo, ese odio que solo pueden sentir aquellas personas que se conocen demasiado bien.

Así que, muy stanleykaufmaniano yo, le dije que termináramos. Que nuestra amistad había sido hermosa, y que así quería yo preservarla. No quería verla podrirse ante mis ojos, verla cayéndose a pedazos. Quería destruirla de una sola vez y hacerla así eterna. Nuestra amistad se volvería clandestina, subterránea, imperceptible, escondida out of time.

Forever young, forever fair, forever fresh as morning dew.

Ella se quedó plop, me conocía excéntrico pero esto ya era demasiado. Pasó una semana en que la evité y al séptimo día clavado ella se apareció al final de una de mis clases.

Con lágrimas en los ojos me suplicaba que volviéramos a ser amigos, que cualquier cosa en que ella se hubiera equivocado la arreglaría, que me necesitaba, que no le hiciera eso, en fin.

.. pues que yo no tengo el corazón de palo. De hecho, tengo el corazón de poeta, como la canción.

Volvimos a ser amigos, y como una profecía, la máquina de triturar afectos recomenzó su marcha fatal. Nuestras pequeñas diferencias cancerosas se propagaron, y cada vez fue más imposible de negar que empezábamos a detestarnos. Ella hizo un grupo de amigas mujeres por primera vez en su vida, lo cual me parecía estupendo, pero era un club exclusivo, cuando yo llegaba ellas se quedaban calladas, hacían chistes internos que no se molestaban en explicar. Una vez yo tercié en una conversación vía e-mail que me llegó de rebote y Francisca me mandó a la cresta. Me alegó que estaba invadiendo su espacio.

Yo le encontré razón, hacía rato que nuestro grupo de amigos se había divorciado, yo empezaba a juntarme con el curso inferior, que era menos homofóbico y más leído. Ella se plegó a su club de Lulú y de repente un día nos cruzamos, ambos acelerados por los pasillos del Campus Oriente, nos saludamos, nos hicimos las preguntas de cortesía y nuestro cinismo nos dio tanto asco que tuvimos que partir ambos al baño a vomitar. Así fue la última vez. No, la verdad no. No tengo el recuerdo exacto. Lo perdí.

Nuestra amistad, sin bolitas de naftalina, se había convertido en un harapo agujereado de habladurías, pelambres y puñaladas por la espalda. Ambos sabíamos exactamente como hacernos sufrir, y hacerla sufrir era lo único que traía de vuelta esa intimidad que al menos a mí me hacía tanta falta. Como decisión voluntaria estaba dispuesto a afrontar el fin de nuestra amistad, pero no era capaz de soportar su lenta agonía. Siempre he sido un partidario de la eutanasia. "Eu-" es mi prefijo griego favorito.

Una vez la enfrenté (desde que la conocí ella siempre me intimidó, tenía una energía masculina muy seductora y a la vez desesperada, como una Doberman con la pata torcida) y le dije, "siento como si una bruja te hubiera comido, usurpado tu cuerpo. Quisiera partirte el estómago y ver si ahí encuentro a la amiga que amé."

Ella me hizo un snappy comment que ahora he olvidado. Me hizo sentir mal conmigo mismo como siempre. Y me hizo odiarla por eso un poco más. Siempre era posible.

Nuestra amistad, grabada en un centenar de e-mails intensísimos, ya empezaba a ser un estorbo por el espacio que ocupaba en mi cuenta de correo. Así que bajé todas sus cartas a un archivo de la memoria C: , irónicamente pocas semanas después el disco duro de mi PC se quemó.

Y no quedó nada, sólo un par de cartas huachas escritas con lapiz bic, y unos cuantos cassetes con canciones ("para tu viaje a la playa", "Grandes éxitos del Círculo", "lo mejor de Sarah McLachlan", "A very Ally Xmas"). Ambos no éramos muy amigos de las fotos.

Ahora pienso que por fechas, no es posible que la chica del juego de ser ciego haya sido ella, además ella habría sabido que se trataba de Lincoln (la lista de presidentes gringos famosos del siglo XIX no es muy larga).

Tal vez se trataba de mi prima Angélica, tal vez fue un sueño, no lo sé.

Borrada de mi memoria. Como un hueso que un perro entierra para algún día, cuando ya nadie le arroje carne fresca, poder ir a desenterrar. O como los hermanos ancianos de "A straight story", algún día quizá nos juntaremos, atormentados por el alzheimer, a ver las estrellas y hablar de nada.

. . .

Hay veces que la extraño, que resuena en algún rincón perdido de mi memoria el recuerdo de esta amiga, la primera de una serie de amistades pasionales con mujeres que ahora me hacen tratarlas como si fueran puercoespines. Francisca. Por ella entré a periodismo, en la más Felicity. Porque la vida a su lado era la vida que valía la pena vivir. ¿Fue un error?, no tiene sentido esa pregunta ya.

Buena película. Triste realidad. Enigmáticos recuerdos sin rostro.

Y la verdad es que creo tampoco yo nunca entendí bien como era eso de la salvación a través de la destrucción. Pienso en el imbécil ése que buscando la fama incendió el templo de Diana en Efeso, me pregunto si fue todo culpa mía o si el destino era ése y no había nada que pudiera yo hacer.

Ahora ya es en verdad demasiado tarde, recuerdos de recuerdos es todo lo que queda. Y no dan para contar una buena historia siquiera ya .

El tiempo lo destruye todo.

Y no agradece nuestra ayuda.
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sábado, septiembre 11, 2004

There's a reason to be jolly

Fui a la entrevista. Me dijeron que no me vistiera formal, que no les gustaban los jóvenes acartonados. Así que me vestí con mi tenida perna de siempre, camisa verde y uno de esos vests que tanto irritaban al bueno de Jeff. Era yo y otro periodista cesante, salvo que él tenía cola de caballo y llevaba una polera negra rockera. En ese sentido, y pese a que el otro chico tenía mucha experiencia, la primera impresión favorable fue toda mía.

Y bueno, que se trata de labores de enlace. Santiago se va a llenar de representantes de las economías del Asia Pacífico y necesitan un ejército de traductores, y guías y gente que les aclare el panorama un poco a tanto extranjero junto. Yo nací para eso. Ya se habrán dado cuenta que los extranjeros son mi debilidad. Y este trabajo me serviría mucho para después postular a la Academia Diplomática (me hace harto mejor currículum que la investigación paranormal). Aunque no paguen demasiado bien y los horarios sean del terror, creo que vale la pena.

Además, estar desempleado aburre, yo feliz con trabajar de lunes a lunes, de 8:00 a 19:00. Ningún atado con eso.

Fue una entrevista de trabajo tan amena, me sentí tan cómodo y quedaron tantas futuras conversaciones esbozadas, que luego a mediodía (cuando nos dijeron que nos llamarían con la decisión final) estaba neurótico a cagar. El teléfono no sonaba y yo imaginándome que sí, que en este país todo funciona con pitutos y que yo era un iluso de pensar que podría conseguir una pega como esta sólo porque hace unos cuatro meses se me ocurrió ir a dejar un currículum mío ofreciendo mis servicios profesionales para cualquier instancia.

Eran ya las 17:30 y no aguanté más. Si las noticias son malas, pues que me las digan a la cara (o a la oreja). Así que llamé yo.

Y claro, pues que Asunción la jefa me dijo que (extraoficialmente) me puedo considerar adentro. Pero que le faltaba a ella finiquitar algo de papeleo y por eso no me había llamado.

Feliz, feliz. Me fui a juntar con Rockstar, habíamos quedado en hacer algo de Chandler stalking y en la micro camino del Amanda llamó Asunción para confirmarme el trascendido.

Yupi!

Chandler stalking, simplemente sucede que este niñito da tantas pistas sobre lo que hace cada día que parece estuviera invitandolo a uno a darle caza. Con Rockstar fuimos a su gimnasio como posibles futuros socios y nos hicieron un tour por todas las intalaciones. Fue divertido, muy a lo "Oh, aquí filmaron esta escena", "en este lado del camarín se cayó la toalla", en fin. A la salida del gimnasio me encontré con Ramiro, uno de los que me entrevistaron en la mañana, obviously gay, me dijo que él me había seleccionado. Glup!, pensé al principio. Naa, pensé después, supongo que es una buena cosa tener compañeros del gremio en la pega y no andarse preocupando por lo que los demás puedan suponer.

Con ganas de brindar subimos al nuevo Hotel Plaza El Bosque, en su piso 17 funciona un club con una vista fabulosa sobre El Golf y el cerro San Luis. Pedí un Martini para celebrar, y el Martini como que no se puede tomar sin fumar, así que Rockstar me lió un cigarro con tabaco suelto. Además probamos unos bocados venezolanos muy sabrosos llamados tequeños. Me encantan las primeras veces. Y son muchas las cosas que no he hecho ni he probado todavía, es bueno eso. Yo mirando por los ventanales con el Martini en la mano, los Bee Gees cantando en el fondo "To love somebody" y yo pensando que en Europa no me voy a poder permitir jamás algo así. Pero que simplemente cruzando el charco voy a sentirme realizado. Es fácil vivir cuando la vida se resume en una sola meta a corto plazo y más realizable de lo que nunca pensé. Yendo al pueblito de mis antepasados en el Piamonte voy a poder morirme tranquilo. Y ahora que conseguí un trabajo, todo se ve tan cerca, tan fácil.

No quiero decir ¿Qué podría salir mal ahora?, porque eso es yeta segura.

Lo que sí, necesito seguir ahorrando, pero al menos esta noche bien valía la pena carretear y gastar un poco de billete. Celebrate good times, come on!

Así fue el resto de la noche, fuimos al Amanda donde nos tomamos un par de piscos sour, luego a casa de Rockstar a matar el tiempo un rato leyendo blogs y chateando. Le pedí prestado "Down and out in Paris and London" de George Orwell. Luego compramos un ron y una coca cola para ir a una fiesta que al final no fue, y Qué hacemos?, pues vamos al Bunker, claro. En el camino les vendimos el ron a un grupo de estudiantes y luego en la disco compartimos un vodka tonic, y bailar bailar bailar éxitos poperos de los ochenta (que la dura igual ya me tienen un poco chato, la próxima vez voy a la Blondie). Bananarama, Debbie Gibson, Sabrina. El show de los hermanos Quintana, que me lo gocé todo, con un sketch que hicieron de Chiquitita de Abba y otro con una canción de Chavela Vargas. Rockstar se le acercó a hablarle al escritor Pablo Simonetti, yo le habría dicho algo a un bailarín de Rojo que le ha sacado mucho partido a sus idas al gimnasio, pero no pude recordar su nombre. Nos fuimos a las cuatro, we didn't get lucky. Pero más suerte la dura que no hacía falta.

En fin, no es un relato dramático este. Es un sumario de hechos, que podría narrarse mejor, no me cabe duda. Como diría Sarmi, cero estructura. Podría buscarle el lado reflexivo. Pero no se me da la gana. Estoy contento, por esta vez todo sale bien, esta vez no me pienso quejar por ninguna cosa. Esta vez soy Barroptimista.
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viernes, septiembre 10, 2004

Johnny Walker en Recoleta

Llevo ya un mes sin meterme a lun.com y ahora me puedo enorgullecer de no tener la menor idea de qué pasa con la farándula nacional. Renunciando a saber de la vida de los famosos mi propia vida ha cobrado más importancia. Y hasta los días parecen más largos.

No, es que de verdad están más largos. Y como yo me sigo despertando a las 5 AM, el improvisar actividades para cada día cada vez me exige un mayor esfuerzo.

Hoy por ejemplo decidí salir a conocer las nuevas estaciones del metro. Me bajé en Cerro Blanco y luego me devolví por Recoleta.

Se me ocurre que por esta avenida, frente a la Recoleta Dominica, desfiló en 1884 el ejército chileno victorioso junto con los dos leones que se pelaron de Lima(y que ahora adornan Providencia). Pienso que cincuenta años después desde ese mismo norte desértico vendrían las hordas de mineros del salitre, desempleados, con la familia a cuestas, a habitar los conventillos.

Gente que vino, y se fue. Gente de paso. La verdad es que siempre me ha parecido decadente Recoleta, no me gustan las casas sin antejardín y el hipódromo no me viene ni me va. La Avenida La Paz, que en su trayecto recoje verduras podridas, esquizofrénicos recluidos, la Unidad de delitos sexuales, la morgue y finalmente el cementerio. La Avenida La Paz me da terror.

Sin embargo hoy es un día simpático, en un callejon veo a alumnos cimarreros del Valentín Letelier fumando pitos y me imagino que deben ser buenos cabros, que desobedecen la ley haciendo con eso muestra de un sano y necesario cuestionamiento juvenil a la autoridad. Pero igual, por si acaso, apuro el paso.

Patronato está lleno de gente, me pasan tarjetas y entro a un local a probarme una polera negra con un estampado de Johnny Walker. Me gusta, pero no ando trayendo mucha plata. Le digo que volveré and I mean it. Una polera como esa necesito para caminar por Europa y caerle simpático a los europeos.

Estoy feliz porque me llegó un mensaje de un chico de Estonia invitándome a su país. Estonia queda un poco (demasiado) fuera de mi ruta. Pero Tallin me da buena espina. Además que está al lado de San Petersburgo. Cada cierto tiempo me llegan mensajes de euroviejos verdes invitándome a sus países. Pero Frederik tiene 20 años y las fotos con que se presenta lo muestran en Mallorca, gozando del verano. Definitivamente Estonia me deja una estupenda impresión.

Eso es lo que me falta aquí, en Chilito. Alegría de vivir. Simplemente no hay en Gaydar Chile un perfil como el de Frederik . De un joven sonriendo en la playa e invitándote a conocer su pueblo. Despreciando el miedo y la altanería, y la ironía, y la angustia. La angustia que es tan 90's, tan pasada de moda en realidad.

Me falta eso, un chico que me contagie su alegría. Solo eso. Porque Santiago está fenomenal, y lo siento cada vez mejor. Camino de vuelta por Bellavista (me gustan las torres, so Central Park) y Loreto (que inauguren ya! el museo de la Violeta Parra frente al Bellas Artes) y Huérfanos (nota mental: Ir a ver "Eternal sunshine of the spotless mind" este fin de semana). Hasta que llego al Teatro Municipal, donde quiero que me digan cuando es la función gratuita de "El buque fantasma", pero cuando me dispongo a despertar al cajero (que estaba durmiendo siesta), mi mamá me llama.

Parece que el currículum que dejé hace meses en el comité organizador de la APEC ha surtido efecto. Tengo que ir a una entrevista urgente. Me encanta, me encanta que me llamen de un lugar Urgente, y que no sea porque me mandé alguna cagada.

Así que dejo al cajero dormir su siesta, paso al bibliometro a sacar un par de libros (Reinaldo Arenas "El mundo alucinante"), y me devuelvo a casa apurado.

Hoy puede ser un gran día (plantéatelo así).
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martes, septiembre 07, 2004

Josephine Baker

Camino por la Rue Gabrielle, barrio de Montmartre, hacia una escalera con vista panorámica. A la derecha está el Moulin Rouge, a la izquierda el Folies Bergère. Bajo los peldaños y paso junto a la estatua de un enano verde con las orejas puntiagudas sentado en posición de loto y mascando una pipa. Me mira con una sonrisa siniestra. No es un barrio respetable en el que me encuentro.

Josephine vive en una buhardilla, hago sonar el timbre y me abre. Me dice que estaba durmiendo la siesta, que la noche la ha dejado agotada, que me estaba esperando. Se queja que le duele algo la espalda, pero sé que lo dice de puro coqueta. Yo le devuelvo el libro que me sirvió como excusa para convencerme de regresar aquí, pisoteando los últimos resabios de mi moral decimonónica.

Ella bebe de una botella con un licor de vainilla, que a mí me asquea. No se me ocurre de qué hablar, también yo estoy cansado. Afuera llueve y hace frío. Estoy tiritando. Josephine me indica con un dedo el camino de su habitación. Y hace sonreir para mí el lujurioso batallón de sus dientes.
Me tiendo en su cama y ella se desnuda, sin que me alcance a dar cuenta me envuelve con sus piernas y procede a desarmarme: el nudo de la corbata, el chaleco sin mangas, la camisa, el cinturón, la camiseta, los calcetines y los boxers. Todos ellos adornan ahora el piso de su habitación.

Su gata, gorda y libidonosa, no deja de mirarnos. Enarca su espalda y se pasea alrededor nuestro haciendo arabescos con la cola. Es preciso esconderla en un rincón del armario para que no nos moleste, pero todavía escucho de tanto en tanto a sus garras como arañan la madera, y el ronroneo se mezcla con el sonido de la lluvia y las goteras.

No siento pudor con Josephine, y no tengo miedo a enamorarme, o a que ella de mí se enamore. El sexo con ella no es más que sexo, y sus dedos huelen a canela mientras acarician mi espalda y los pasea por mi boca, mis labios que no los sueltan. El sexo en esta habitación me dice ella no es más que una acción, un conjunto de movimientos destinados a dar placer. Un baile onírico, me susurra al oído. Nuestros cuerpos no pasan de ser émbolos y oscila colgado de mi garganta un collar de bananas gigantescas y amarillas. Bananas, canela, vainilla. Los labios de Josephine saben en cambio a damasco, y yo sobre su cuerpo de chocolate no soy otra cosa que leche batida.

Josephine, Josephine. Josephine me había notado deprimido en el bar la otra noche, I can't give you a job, mon cheri je suis desolée, but I can give you all sort of things that do rhyme with it.

Ahora sus siete puertas se sacuden al viento. En cada lugar donde poso mis labios estalla un grito de placer. Sus pezones tintinean como las campanitas de las ovejas. Pero al morderlos es una serpiente la que se descuelga por mi espalda y con su lengua me hace a mí entornar los ojos y tensar las extremidades. Entro en Josephine como una locomotora, (protegido por un condón, que en París Sida no hay pero abunda la Sífilis) y luego ella misma se descarrila en un telúrico estruendo que el duende verde de allá afuera sin duda ha podido sentir. Pero no admite pausa y vuelve a echarse a andar, repta sobre mi exhausto y tuberculoso cuerpo. Me acaricia con sus pestañas. No tengo escapatoria, estoy en un cuarto que transpira sexo y en el que sobran las bananas. Le digo que tenga algo de piedad. Me dice que soy un amante fabuloso, que a diferencia de los otros que recibe yo soy sabio beyond my years. Yo lo que le escucho es "beyond my ears", es que me lo dice al oído con ese acento mulato francés que me mata, y me excita y ya estamos de vuelta en lo mismo.

Una y otra vez, nos dormimos abrazados y volvemos al trajín, parece que no fuera a terminar nunca. La tercera no es la vencida. Ambos yacemos acostados de espaldas, con las cabezas en los extremos opuestos del colchón. Creo que estado a punto de vencerla esta vez. Me ha faltado muy poco, muy poco. Entonces se me ocurre, e inserto el pulgar de mi pie derecho en el ojal de su derrière. Josephine estalla, sus piernas se agitan en el aire. Se derrite como un baño de miel de castañas sobre mi pie de limón hasta que por fin despierto en un coma diabético de proporciones.

Sexo sin amor? Como un helado de barquillo sin barquillo, hay días en que vale la pena tener después las manos pringosas, con tal de refrescarse un poco.

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lunes, septiembre 06, 2004

Lunes buscapegas

Tengo miedo de lo que el desempleo terminará por hacer de mí, miro a mi alrededor, estoy en un salón del Hotel Pablo Neruda en Providencia y el espectáculo es triste. Hombres y mujeres vestidos para que los contraten, en sus rostros puede leerse que no esperan gran cosa de esta entrevista. Y sin embargo tienen que aparentar que todo les va bien. Aunque con cada nuevo postulante que llega la cara se les hace más larga, nadie conversa, el ambiente es tenso.

Se trataba de un aviso que apareció en el cuerpo Artes y Letras, un aviso vago. Que llamaba a profesionales o técnicos, con habilidades comunicativas, para la expansión de un holding internacional en Chile, contratación inmediata, estabilidad, capacitación, seguridad. Todo el paquete.

Soy el más joven aquí, creo. Me angustia ver a los mayores cesantes, quizá padres o madres de familia. No soporto el juicio silencioso de las miradas. Se me ocurre que entre tanto cesante desesperado debería ser fácil ligar, pero no veo a nadie apetecible. Saco mi libro de Raymond Carver y leo un cuento sobre un niño atropellado que tras un largo coma muere. El cuento es tan inexorablemente triste que me contagia. Ahora seguro debo tener la misma cara que el resto.

Unemployment is just not sexy.

Me entero que la entrevista es para KOE, una multinacional colombiana de cursos de inglés. Been there. Estos cabrones hacen negocio con los desempleados, le hacen asistir a unos seminarios de preparación, les cobran y luego les dicen que no los quieren. Apenas veo el logo de los muy bastardos salgo de ahí. Maldito lunes buscapegas, y yo que me vestí bonito con chaqueta de gamuza, corbata y zapatos lustrados.

Tengo que escribir sobre una película para obtener el empleo de la revista, pero la película es una que los distribuidores ahora decidieron no traer a Chile. Escribir de algo sin verlo va contra mis principios, pero qué le puedo hacer? A la peli le fue mal en USA, tan mal que ni los piratas han oído hablar de ella. Y en bit torrent tampoco la encuentro.

Para colmo llueve. A la salida del metro me encuentro con un compañero de la U y lo cobijo bajo mi paraguas. Me pregunta como estoy y le digo que mal. Que claro, estoy sano y sin deudas. Pero a la vez desempleado, sin poder dormir y sin sexo. Y se despide rápido, los periodistas desempleados nos evitamos como leprosos. Pero antes me dice que él está en las mismas. Pero que con alguna peguita guacha le está tirando pa' delante.

En eso nos convierte el desempleo, en bueyes. Lo que importa es echarle pa' delante. Los sueños no son más que lastre. Busco en google "Lowest unemployment rates" y me entero que South Dakota, Nueva Zelandia y Luxemburgo la llevan.

Pero qué haría yo ahí? O acá? o allá? o en cualquier lado? Me siento tan tremebundamente inútil. Recuerdo cuando el sociólogo mediático Fernando Villegas fue a nuestra clase de redacción. Teníamos que entrevistarlo y lo primero que nos dijo fue que huyéramos, que no estudiáramos periodismo, que él veía todos los días a los periodistas retorciéndose como lombrices lamentando su destino de sueldos míseros y contratos que nunca les llegan.

Detesto a Villegas, no soporto encontrarle la razón. Pero me veo a mi mismo caminando por el centro de Santiago un día lunes y siento que me retuerzo, me retuerzo como una lombriz.

Mañana será otro día, no?


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domingo, septiembre 05, 2004

Meet a man dying to live

Tengo una puntada en la pierna, recorro con los dedos el músculo para ver si logro detectar el punto exacto donde se encuentra hasta que de repente algo explota. (Con un sonido hueco, como el de una moneda que cae al fondo de un pozo). Ahora tengo un agujero en la pierna y de él empieza a salir aire y lo que parece...un trozo de carne (pollo ganso?) cortado tal como los venden en bandejas de polímero en el supermercado, sección carnicería.
Salvo que todavía está firmemente agarrado a mi pierna, siento que nada de esto está bien así que voy a consultar a un doctor.

Es guapo el doctor, y con sus manos expertas me reacomoda el pollo ganso dentro del cuádriceps o el muslo (mis conocimientos de anatomía no llegan muy lejos). Me dice que ahora está bien, pero que es preciso que yo genere una piel nueva, así que tranquilo, pero necesita retirarme un poco de epidermis local.

Y así, como si nada, empieza a desollarme. Estoy sorprendido porque no siento dolor, sin por eso deducir que estoy soñando. En los sueños, me ha dicho el doctor Peirano, del Laboratorio del Sueño, no hay un correlato al dolor físico que experimentamos al estar despiertos, y es por eso que las personas con dolor crónico aman soñar más que nada en el mundo.

Pero claro, tampoco hay que exagerar, cuando mi muslo entero estaba ya sin piel, y el doctor anuncia que va a aplicarme agua oxigenada, afortunadamente entonces gira el caleidoscopio y me encuentro en un sueño completamente distinto.


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Fui con Pablo al cine, al comprar las entradas no quería decir el título en su traducción chilena ("Dos hermanos"), así que a la cajera le pedí entradas para "Wilbur wants to kill himself", ella captó alguna majamama gringa incomprensible, calculó nuestras edades y me pasó dos entradas para "Hellboy". (!!)

Claro, "Wilbur..." es una película sobre suicidal types ambientada en una gris Escocia y la mayoría de los espectadores efectivamente tenía el cabello gris. Pero me encantó. Es una historia muy nórdica, diría un retelling del mito de los hermanos Hoder y Balder.

Balder era el más hermoso y querido de los dioses de Asgard, tanto que en una fiesta los invitados juegan a arrojarle cosas: piedras, flechas envenenadas, sierras automáticas. Nada puede herir a Balder porque él es amado por toda la creación. O casi, el muérdago, por alguna razón que no me acuerdo, se abstiene de este juramento de no agresión universal. Loki sabe esto y le lleva a Hoder, el hermano ciego de Balder, una rama de muérdago. Le dice, no por ser ciego te vas a quedar sin jugar, deja que yo guíe tu mano. Hoder arroja contra su hermano la vara de muérdago y Balder muere. Como muere Abel, sin que haya ningun arreglo de resurrección al tercer día o tiempos compartidos entre el Mas allá y el Más acá. Al lado de esta la mitología cristiana sorprende por lo optimista.

Y es un mito fundacional de los pueblos nórdicos. Creo que Lone Scherfig en su película juega con él (o yo estoy pelando el cable pesado). Wilbur es Balder. Wilbur tiene éxito con las mujeres, es admirado por los niños, querido por todos y sin embargo insiste en querer suicidarse. En hacer explícita la muerte, que tiene una presencia espectral en todos los otros personajes. Y hasta en el negocio de la familia, un local de libros usados que puede ser visto desde la tumba del padre en el cementerio de Glasgow, que a su vez domina la ciudad.

Harbour es Hoder, el hermano. Que no es ciego pero sí altruista y sentimental. Habour se enamora de una clienta madre soltera que tiene algo de duende (Shirley Henderson, "Moaning Myrtle" en Harry Potter) y necesita que su hermano el suicida le diga como conquistarla. "Simplemente mírala a los ojos y ella seguirá el camino que éstos le indiquen".

Por qué se quiere suicidar Wilbur? Tras un intento semi exitoso, su hermano le pregunta:

Harbour: What's it like, being dead?
Wilbur : It's dull as dishwater. It's silent and completely dark... it's like being in Wales.

Harbour es interpretado por Adrian Rawlins ("James Potter", el papá de Harry) , y Wilbur es Jamie Sives, otro actor escocés muy hot (Pienso en Sean y Ewan, por nombrar un par) de quien el IMDB cuenta que se dedicó a ser actor "Because of boredom with other jobs".

No voy a ser indiscreto y no contaré más de la película. Me gusta el humor negro, el reirse no de la muerte (que es peligroso) sino con la muerte. "Si voy a tener una avispa en mi habitación, prefiero poder verla", decía C.S.Lewis. Y yo pienso lo mismo, que quien teme demasiado a la muerte y la tiene como tabú, al final suele terminar viviendo como zombie timorato.

Y por cierto en el tarot la muerte solo es negativa cuando aparece invertida, cuando nos negamos a aceptarla.



El doctor en mi sueño era precisamente sexy Wilbur. Y en el sueño que siguió a ese volvió a aparecer. Esta vez íbamos caminando con un grupo por un pueblo campestre sin smog, era una mañana soleada de verano, él llevaba mi mochila puesta y a cada rato yo debía regresar a sacar algo de ella. Naranjas, muchas naranjas. Un mapa. Y dinero a raudales. El de la mochila era en su esencia Jeff, en él depositaba una confianza infinita y por eso me costaba despegarme de su lado. Pero su pelo era azabache, tenía los ojos de Wilbur y la sonrisa de Hugh Grant. La pierna ya no me dolía. Se había recuperado.

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viernes, septiembre 03, 2004

Atrévete a aceptarlo

Maldita sea, parece que estoy madurando.

Y no es una cosa agradable, lo veo casi como una pérdida de talento. Un perdida de elasticidad muscular. El don de la promiscuidad, creo que lo estoy perdiendo.

Eso me di cuenta el lunes, ya no me parece tan excitante el sexo, la locación puede estar OK, el Kino puede estar Muy acumulado, pero ahora necesito una conexión emocional previa, es ineludible.

Y si no la hay, es como bailar sin música. Como saltar a la cuerda sin cuerda. Como nadar en una piscina sin agua. Como jugar cachipún frente al espejo.

Como aquel comercial del niñito al que descalifican todo el tiempo y poco a poco le desparecen las manos, las piernas, la cabeza. Si yo no tengo amor, yo nada soy señor, y si no soy nada tampoco sirvo para tener sexo.

Por cierto que estoy preocupado. El poder disfrutar sin complejos de un ocassional anonymous shag era una de las cosas buenas de ser gay. Venía escrito en el folleto que me dejó el vendedor junto con la tostadora de regalo.
Y muchas veces lo disfruté, como casi cualquier joven gay en poco tiempo recuperé toda la experiencia erótica que me había hecho falta en la adolescencia. Me porté mal, lo pasé bien, cumplí las fantasías mías y las de varias generaciones. Y todo en parte gracias a que no era necesario sentir amor. Bastaba con el vuelito que a uno le echa desde chico la Iglesia, era genial esa sensación transgesora de sentir que uno está cometiendo un "pecado" y al mismo tiempo descubrir que la culpa no está por ninguna parte. "Bailemos en el bosque, mientras el lobo no está"

Como la noche del cambio de siglo. Qué podía ser mejor que entrar a un local, mirar alrededor, decir "ya, me llevo ése" y luego claro, llevárselo. Recuerdo que me acerqué a un tipo que bailaba solo, sonaba de Moloko "The time is now", él estaba vestido con pantalones de cuero negro y el torso desnudo. Me acerqué y le dije que lo encontraba demasiado rico. Él me respondió:

- "Pero si esta no es una disco gay, qué estás loco tú?"

Yo le dije algo así como que en el año 2000 ese tipo de detalles ya no importaban, le dije que me siguiera a una de las habitaciones (era una fiesta en una casona gigante en Av. España y muchas piezas estaban apenas clausuradas por telas hindúes). Al poco rato el loco estaba alucinando y me dijo que mejor fuéramos a su departamento, un amigo lo llamó cuando íbamos los dos en su jeep, Mr.Leatherpants le dijo que lo disculpara, pero que se había encontrado una sorpresa muy agradable y que no iba a ir a la otra fiesta donde estaba invitado.
Yo tenía el ego tan hinchado que me tuve que desabrochar los botones de la camisa, no fueran a saltar a la calle.
Y claro, tuvimos el mejor sexo de mi vida hasta ese momento. El primero que merecía llamarse sexo, de hecho. Millenium Sex. Irrepetible.

Esa noche me rompí un diente, un pedacito chico se saltó en mitad de un beso un poco demasiado salvaje. Me gustó que pasara eso, quedar con una seña conmemorativa. Y antes que amaneciera me retiré, como un íncubo, arrojé el papelito con su número de teléfono en el jardín y me fui caminando hasta el puente curvo sobre el Mapocho. Ahí me quedé hasta ver amanecer.

Estaba perdidamente enamorado, no de Mr. Leatherpants, sino de un amigo promiscuo cual young Brian Kinney que pocos minutos antes del inicio de mi relato, en esa misma fiesta (a la que llegué buscándolo, donde lo encontré de pura serendipity), había conocido a quien sería su pololo de aquel año. Yo fui capaz de fingir que no me importaba, para después escaparme sin despedirme y tener sexo con un Johnny Bravo cualquiera, pero post eyax la única manera en que se me hacía tolerable la insoportable ternura del amanecer era estando solo, sentado en aquel puente y pensando que algún día, en el transcurso de ese siglo que comenzaba, vería un amanecer acompañado de mi amor.

Y me pasaba el dedo por el diente mellado, como cicatriz de guerra...
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Todavía lo siento aquí, en mi incisivo frontal superior izquierdo. Salvo que ahora la cavidad está pulida y suave. Me hace sentido. Ese pedazo de diente faltante me permitió esquivar una natural y monstruosa tendencia al romanticismo mamón por mucho tiempo. Ese pedazo de diente puso fin a mi adicción por los amores platónicos y me abrió las puertas de la lujuria. Ahora, been there, done that. El rock pesado se apacigua y solo puedo escuchar el chirrido de un corazón que lleva demasiado tiempo funcionando sin aceite.

Nada es para siempre, pero algunos momentos se sienten más definitivos que otros.

Mozo!, I need a drink.
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